Hace tiempo que predico con la letra de la canción de Fangoria ‘A quién le importa’. No sé si es la edad, la experiencia o quizá una mezcla de ambas, pero lo cierto es que si alguien opina, dice, desdice o donde dije digo, digo Diego… me da exactamente lo mismo.
El qué dirán está demasiado presente en nuestras vidas y ya no os cuento si vives en un pueblo, donde los dimes y diretes están a la orden del día. Vamos, que las revistas del corazón ni las compran ¿para qué gastarse dinero cuando lo pueden vivir en riguroso directo? ¡Ay lo que nos gusta un chismorreo! Pero, eso sí, que no sea nuestro… si no, ahí ya cambia la cosa.
Si te separas van a hablar, si conoces a alguien van a hablar, si tu pareja es adicta al juego y se enteran… van a hablar. Hagas lo que hagas, no te vas a escapar de las lenguas más viperinas, dispuestas a sacar petróleo de donde no lo hay. El aburrimiento es malo, pero hay personas que también lo son y aunque pocas, hacen mucho ruido.
Soy de las que piensa que para hablar de alguien, simplemente por pasar el rato o vivir tu propio Sálvame y creerte la Lydia Lozano del barrio – no tengo nada en contra de la periodista, que conste en acta – hay que hacer un ejercicio de introspección. Sí, pregúntate qué tal va tu vida ¿Fantástica y maravillosa? ¡No te lo crees ni tú! Así que lo mejor es que cierres pico, colegui, pero… como no lo vas a hacer porque te va la marcha, el día que hablen de ti aguanta el chaparrón chat@.
Falta de empatía es lo que tenemos señor@s ¡y grande!. ¿Qué nos importa lo que hagan los otros o dejen de hacer? ¿Por qué especular tanto? Me repatea, así os lo digo, que se hable sin más, que te intenten dar lecciones de vida, que empiecen a difamar, que inventen, tergiversen y quieran sacar de donde no hay. Me repatea el planteamiento de Piensa mal y acertarás ¡NO!, no siempre se acierta. Detrás de las personas y sus actos, hay historias personales que no tienen porqué contar aunque a la vecina del quinto le interese saber más allá.
En esta sociedad funcionamos así. Somos cotillas por naturaleza y no habría nada malo en ello si todo quedara de puertas para adentro pero… ¿para qué? pudiendo compartir las últimas novedades con más personas. Porque si algo bueno tenemos es que somos muy de compartir, de hermandad, de te llevo unas pastas y te pongo al día, y esas pastas van de casa en casa y la historia que empezó con un “He oído que Mari se divorcia” acaba en “Mari se acuesta con otro y su ex marido ya está con otra”.
Si tú eres una Mari o un Mario de la vida y hablan de ti te recomiendo que hagas como la ‘Panto’, allá por la época de Julián Muñoz, que menuda liaron… ‘dientes, dientes que es lo que les jode’ y así es. Sea cual sea tu situación actual no tienes que darle explicaciones a NADIE y si les pica que se rasquen. Si inventan ¡Que se den el gustazo! El karma es sabio y todo lo que va, vuelve.
Así que… “¿A quién le importa lo que yo haga? ¿A quién le importa lo que yo diga? yo soy así y así seguiré…”
Aqui la demostracion de que der joven no implica necesariamente poco cerebro,gracias Lurdes Coné .