Entregado por primera vez en 1944, el Premio Nadal es uno de esos acontecimientos que mantienen su prestigio 76 años después. Y eso, que algunos medios, en su intento por incorporarlo a las tendencias políticamente dominantes (El Cultural de El País), vociferan que en esta ocasión la editorial Destino, sello de Planeta, ha lanzado este año un envite por el feminismo al conceder el premio a una mujer. No. Ana Merino ha sido galardonada por un jurado (Alicia Giménez Bartlett, Care Santos, Lorenzo Silva, Andrés Trapiello y el editor Emili Rosales) que ha seleccionado la mejor obra de todas las presentadas sin tener en cuenta ni el sexo, ni la edad o condición de su autor; que además, no conocían porque sus identidades permanecen secretas hasta el fallo. Eso es lo que nos dicen y yo sigo creyendo.
Ana Merino, la galardonada, es hija de José María Merino, quien desde 2009 ocupa el sillón “m” de la RAE, y desde niña ha vivido entre libros y textos cuidadosamente escritos, así que su nivel de auto-exigencia ha sido muy alto siempre. Actualmente es compañera de Manuel Vilas, recientemente reconocido como finalista del último Premio Planeta.
Se licenció en la Universidad Autónoma de Madrid y hace 25 años que se fue a Estados Unidos para terminar su formación con estudios de postgrado. Desde entonces, reside habitualmente en Norteamérica donde es profesora universitaria y ha fundado un Master de Literatura Creativa en Español. Empezó desde muy joven su carrera literaria publicando a los 24 años Preparativos para un viaje, (ed. Rialp, 1995) un poemario con el que obtuvo el Premio Adonáis.
Ahora, 25 años después de iniciado aquel exigente viaje por las letras, gana el Premio Nadal con su primera novela. Ha sido una trayectoria exigente donde la poesía y el teatro han ocupado su producción literaria. Con El mapa de los afectos, Ana Merino obtiene un merecidísimo galardón y pasa a formar parte del elenco de los mejores autores de la historia reciente de nuestras letras.
La entrevista
Pregunta: He leído que el libro es un envite editorial por el feminismo.
Ana Marino: Ah sí? La primera noticia. (ríe divertida)
P: Después de licenciarse, siguió sus estudios en EEUU, ¿no?
AM: Sí. La maestría y el postgrado. Después estuve en los Apalaches, ahí creé un master, trabajé en un College donde di clases a escritores de comics, y por último, me fui a la Unversidad de Iowa donde funde y ayudé a partir de 2009 a desarrollar el MCA de escritura creativa en español y en 2018 ya dejé que otro colega siguiera con la gestión.
P: Y ¿va a seguir residiendo habitualmente en EEUU?
AM: Sí. Por ahora, sí.
P: Con su experiencia, ¿recomienda a los jóvenes universitarios españoles estudiar en EEUU?
AM: Si tienen curiosidad por conocer una sociedad diferente y tienen el impulso por descubrir, investigar, avanzar en alguna disciplina, sí. Porque allí para estas cosas hay mucha financiación y se puede. De hecho, hay muchos científicos españoles allí, hay unas bibliotecas increíbles, y la experiencia puede ser muy interesante. Siempre conviene salir. Yo antes de ir a Estados Unidos estuve en Holanda. Pero te tiene que gustar dar vueltas por el mundo. Yo soy la viajera de mi familia. Son opciones de vida.
P: ¿Qué perspectiva le ves al español en EEUU y qué importancia puede tener el inglés en España?
AM: Saber idiomas siempre enriquece. Yo aprendí neerlandés cuando estuve en Holanda, he perfeccionado mi inglés en norte-américa. Aprender idiomas te ayuda a pensar mejor. Yo seguiría poniendo en los estudios latín y griego, porque yo los estudié y me ayudaron. Esos estímulos son buenísimos para el cerebro. Y en EEUU, yo he sido una gran defensora del Español, tiene mucha fuerza, lo hablamos 35 millones de personas y es un idioma de gran riqueza y textura literaria. Allí promuevo que en las familias en que los padres son bilingües no lo pierdan sus hijos.
P: ¿Qué significa para ti la Literatura estando rodeada de la familia que tienes?
AM: Yo crecí rodeada de libros lo que fue para mí importantísimo, hasta el punto de que soy una defensora de la lectura desde la más tierna infancia. El ámbito del debate de la lectura infantil debe llegar a los colegios porque es un instrumento de desarrollo intelectual del cerebro.
P: Escribes esta obra 25 años después de marchar a EEUU…
AM: Sí es una forma de interiorizar mi estancia allí. Yo creo que la poesía me sirvió para comprender mis emociones en otra época de mi vida y mi ser existencial y la novela ha explicado el mundo que me rodea y mi forma de entenderlo, es un signo de la madurez.
P: Noto que en esta, obra le das una especial importancia a las experiencias, cotidianas, fortuitas o excepcionales.
AM: Claro, lo imprevisto, pero dentro de lo habitual del ser humano. Yo, mirando a quienes me rodean, percibo mucha información de su vida y cualquier detalle me lleva a reconstruir la historia de un personaje. Esos detalles me interesan. Encuentro belleza literaria en lo cotidiano, o en lo aparentemente anecdótico. En mi obra tiene mucha importancia la percepción de los pequeños detalles de la vida y en la trascendencia de lo fortuito; que tengas un accidente y que pare alguien y te salve la vida,… A veces, también malos entendidos generan dramas importantes.
P: Todos estos sucesos que nos cuentas le podrían haber pasado a un solo personaje, pero tú utilizas uno diferente en cada capítulo.
AM: Claro porque cada persona nos da un punto de vista diferente, aún del mismo hecho, y eso nos enriquece. No me he querido quedar en una misma familia o persona. Me interesa toda la ciudad, los niños, los adolescentes, los adultos, los mayores y me interesa mucho cómo interactúan. Son importantísimos los sentimientos que generan las relaciones humanas, y estas no solo son amorosas, son familiares, de amistad, profesionales, etc…
P: La observación de la realidad es fundamental pues.
AM: Exacto, pero también el sustrato estilístico. La obra la he escrito con mucho cuidado, con mucha precisión léxica, cuidando el ritmo, hasta conseguir que se lea bien. Para mi es una novela de reflexión. Hay una trama, claro, suceden cosas pero también hay una reflexión en cada personaje que hay que atender.
P: A partir de ahora ¿te planteas obras más largas, más de un solo protagonista? o ¿vas a seguir experimentando con esta forma de contar lo que ves?
AM: No lo sé. Prefiero dejar que fluya la historia. No sé desde el principio, adónde te lleva el libro en el que trabajas. Por eso me gusta tanto escribir, también es una aventura para mí.
P: Cuando no tienes que viajar por el mundo para presentar premios literarios, ¿cuál es tu rutina de trabajo con las letras?
AM: Cuando no tengo que estar todo el día en aviones, trenes u hoteles, me gusta trabajar muy de mañana. Antes de que empiece el día. Después ya desayuno, miro mi agenda, atiendo lo que sea, pero mis tres o cuatro horas de trabajo ya las tengo resueltas.
P: Veo que has cambiado muchas veces de domicilio, ¿has hecho alguna vez un moving sale como cuentas en uno de tus episodios?
AM: Sí. He cambiado muchas veces de casa. Y sí, alguna vez vendí algo, pero me cuesta desprenderme de mis cosas. Más bien he comprado en esos mercadillos particulares que montaban mis vecinos cuando tenian que marcharse a otro lado. Sí, allí se hace mucho. El “garage sale”, es habitual.
P: ¿Hay algún personaje del que te haya costado más escribir su historia?
AM: Me han interesado todos por igual. Me cuesta más contar los sentimientos de aquellos que enloquecen y cometen crímenes. Sufro mucho. Me gusta más encontrar el lado luminoso de las personas.
P: Para una persona tan observadora como tú, ¿cómo es la experiencia de tener que viajar por toda España presentando un libro que ha ganado el Premio Nadal?.
AM: Cansada, por supuesto, pero también muy interesante porque tengo el reflejo de la mirada lectora en persona de quienes lo habéis leído, lo que pensáis de él,… y eso es importante y nuevo para mí; anécdotas y detalles sobre la obra que me han encantado. Cada crítico asocia mi obra con otras lecturas suyas. La Literatura siempre está en diálogo con la Literatura y eso me sirve mucho cuando se trata de mi obra. La forma en que cada uno se enfrenta a una obra es un misterio. A veces, me asombra y siempre me interesa cómo lo hacen los demás.
P: ¿Te cuesta dejar de escribir sobre unos personajes cuando se termina un libro? ¿Eres partidaria de segundas partes?
AM: Cuesta. Estos personajes los recuerdo como si fueran de mi familia. En el teatro pasa más porque convives con ellos durante mucho tiempo, en cada representación. Pero es la vida. Yo ya estoy acostumbrada. Me pasa con los estudiantes. Los ayudas y convives con ellos, pero se acaba el curso, se marchan y llegan otros que ocupan tu atención.
La Obra
El mapa de los afectos, ediciones Destino ( Planeta), 2020, relatos, 219 páginas, 20 €, Premio Nadal.
Se trata de una colección de relatos de la vida en un pequeño pueblo. Están escritos desde la perspectiva del corazón de quienes los viven. De ahí el título. No importa si el lugar está en Norteamérica, pues aunque la obra está inspirada en su experiencia vital en un pueblo de EEUU, sus personajes los podemos encontrar en cualquier ciudad europea o de otro sitio. La autora es capaz de ver en los sucesos cotidianos de la vida de un grupo de vecinos la profundidad de sus sentimientos. La fuerza con que un hecho corriente, fortuito o extraordinario puede despertar lo mejor o lo peor de nosotros mismos. El libro toma el pulso a la vida, como nos lo tomamos nosotros de vez en cuando en un acto rutinario, pero en ella, el resultado es sorprendente.
Son veintitrés historias en las que apenas si se repite el protagonista y cuando lo hace, es desde la perspectiva y sentimientos que despierta en quien vive a su lado. Me gustaría reflexionar sobre cada una de ellas, pero dejaré que lo hagan quienes lean el libro. Algunas de las reflexiones e ideas que asaltan a sus protagonistas están expresadas con una precisión y elocuencia extraordinarias. Adquirirlas puede ser un soporte emocional para cuando en circunstancias parecidas las necesitemos. Este libro puede convertirse en una obra a la que acudir para comprender lo inesperado cuando nos suceda.
Advierto al lector que se sentirá identificado con cada uno de los protagonistas en ese momento de sus vidas que la autora ha seleccionado para nosotros. Y así, sentirá la turbación, la alegría, el miedo, la sorpresa, o el horror que ellos van a vivir. Sí, es un mapa de afectos y sentimientos algunos de los cuales nunca habíamos sentido, o creíamos olvidados, y que de nuevo recordaremos con su lectura. Ana Merino es una excelente dramaturga y, en esta obra, consigue, como en el teatro, hacernos sentir inmersos en la trama. Pasamos de ser lectores o espectadores a protagonistas de lo que sucede. Ver lo que pasa en los corazones de la gente es un don, pero ser capaz de contarlo de forma que te contagie así, es un mérito que se adquiere con esfuerzo y disciplina. Dicen que en el taller de El Greco, el maestro reprendía a sus discípulos que pintaban rostros alargados como él, diciéndoles: tú estás aquí para aprender a pintar las cosas como las ves, cuando seas un maestro ya podrás hacerlo como las sientes. Ana Merino ya ha rebasado ese umbral y sus lectores tenemos la suerte de que nos invite a conocer el mundo a través de sus páginas.