
Comunicadora
Los días, las horas y los minutos pasan. Cada vez son más las personas que se quejan de la falta de tiempo para abarcar todo lo que deben hacer. En el trabajo, en el metro, en casa, con los amigos… siempre sale a relucir la misma frase “No tengo ni un segundo”¿Cuántas veces la habéis dicho y/o escuchado?.
El sonido estridente de una alarma nos despierta de buena mañana, sonido al que le preceden las prisas por una ducha rápida y rezando por que el baño no esté ocupado. Luego llega el momento de vestirse, para muchos algo sencillo para otros ¡Toda una odisea! Y es que si no nos preparamos la ropa el día anterior ¡Puedes pasar minutos, de los largos, decidiéndote por el modelito del día!. Mientras te peinas, maquillas o afeitas, te perfumas y todos los rituales mañaneros que cada uno tiene, la leche se calienta en el microondas, que es más veloz, y tras tomártela a palo seco cual whisky ¡venga! a la calle. Si a esto le sumas que tienes hijos ¡Qué dios nos pille confesaos!
Al trabajo llegamos estresados y encima nos piden más de los que damos. Los sueldos, por desgracia, no son los que nos merecemos, como te dejes trabajo por hacer “¿María, qué te parece si lo terminas en casa?” y ya si eres autónomo ¡Qué dios nos vuelva a pillar confesaos!
La hora de la comida, a veces, no siempre se convierte en toda una aventura. “¿En qué bar comemos?” “Venga decidid que tenemos una hora y llevamos media pensando donde comer”. En el caso del taper “yo me he traído la comida, comeré en mi mesa (Junto al ordenador, el móvil, los papeles, el teléfono…) me resulta más cómodo” y claro la comodidad se convierte en sujetar con una mano el tenedor, mientras con la otra manejas el teclado, coges las llamadas, escribes en un folio, contestas a los washaps de toda la mañana, miras el correo y así sucesivamente.
Otra opción es la de comer en casa porque tienes la suerte de no trabajar por las tardes pero… llegas, preparas la comida, sobre las 16h comes, un poco más y se te junta con la merienda. Luego pon la mesa, la quitas, lava los platos y si te da tiempo te sientas en el sofá a ver lo que echen porque sea lo que sea te vas a dormir. Ah y como trabajes por la tarde, en cuanto llegues a tu amado hogar te quitas la ropa como si te picara todo el cuerpo, te metes en la ducha (rapidita como la de la mañana que hay que cenar) y una vez hecho todo esto, te duermes viendo esa serie que te prometiste verla enterita porque “engancha” pero ¡No te da la vida! Si en casa tenéis niños pequeños, jóvenes y no tan jóvenes entenderéis todavía más el significado de ¡No me da la vida!
De lunes a viernes corremos cual correr Forrest Gump para llegar a todo. Con un poco de suerte el fin de semana nos lo podemos montar apañaico. El sábado, limpieza del hogar y la compra de la semana si lo tienes libre, si trabajas ¡olvídate de la compra y de hacer planes! Y el DOMINGO ese sí que es nuestro día, el día del Señor, el día de todos los hombres y mujeres del planeta tierra que necesitan VIVIR pero ¿En un solo día podré hacer todo lo que quiero?
Yo misma os voy a contestar con un monosílabo NO. No te va a dar tiempo a leer, ver una peli, hacer la siesta, salir con tu pareja o amig@s, relajarte, meditar, pensar en ti y en tus necesidades, tomarte un café con todos a los que les has prometido quedar y poneros al día, darte un baño relajante, hacerte una limpieza facial, dar un paseo tranquilo…
Ahora bien, el artículo empieza con la frase “Discúlpame un momento, por favor” y ese es el mantra a repetir a partir de hoy. Aprende a decir NO a aquello que no es necesario. De forma urgente elimina de tu vocabulario los “Debería” y los “Tengo que” y cámbialos por un “Quiero” y “Me apetece”. Las obligaciones, al igual que todo en exceso no son buenas. Ah y que sepas que cualquier frase que salga de tu boca y empiece con un “Es que” son excusas, trabas que nos ponemos a nosotros mismos. Por supuesto que tenemos tiempo, solo falta organizarnos y olvidarnos de los “debería” que no nos generan otra cosa que ansiedad.
Para visualizarlo mejor vamos a analizar estas situaciones:
- Esta noche voy a ver la serie de Netflix que me han recomendado pero tengo que fregar los platos, arreglar la cocina y no me da tiempo a verla.
- Estoy tan a gusto tomándome un café con mi amiga Ana, pero debería irme a casa a ducharme, lavarme el pelo, hacer la cena y si no lo hago ya se me hará tarde.
- Estoy relajada en el sofá, me llama mi chico por teléfono, lo quiero mucho y debería responderle pero me gustaría hacerlo más tarde y descansar.
A todos estas obligaciones hay que decirles ¡Perdóname un momento… voy a hacer lo que me merezco, siento, me apetece y necesito, en otra ocasión retomamos y sigo con vosotros (obligaciones), pero ahora NO!
Debemos aprender a priorizar, algo que no hacemos, si te apetece ver la serie, la ves, ya fregarás al día siguiente, somos complicados