Pedir la cuenta, sacar la tarjeta, acercarla al datáfono y ¡listo! Pagar nunca fue tan fácil. Lo que hasta hace unos años era casi exclusivo de grandes superficies, hoy se ha normalizado en fruterías de barrio, panaderías artesanales o puestos del mercado central.
Y es que las tarjetas de crédito están cambiando, para bien, la forma de comprar en el comercio local valenciano.
Del “solo efectivo” al “¿quieres fraccionar el pago?”
Durante décadas, buena parte del comercio de proximidad en Valencia y sus alrededores funcionaba con efectivo. Algunos, incluso, seguían anotando deudas “a mano” en una libreta. Pero los tiempos cambian. Con la digitalización acelerada por la pandemia y las nuevas generaciones más acostumbradas a pagar con el móvil que con monedas, adaptarse no era una opción, sino una necesidad.
Hoy en día, es común ver datáfonos en puestos del Mercado de Ruzafa o en pequeñas tiendas de Benimaclet.
¿Una moda pasajera? Para nada: hay datos que lo respaldan
Según datos de la Confederación Española de Comercio, el 72% de los comercios locales en la Comunidad Valenciana ya acepta tarjeta de crédito. Y más aún: se estima que el 60% de las compras en comercios de proximidad durante 2024 se realizaron sin efectivo. Este dato no es menor.
Pero hay una razón más profunda detrás de este cambio: la confianza. Las tarjetas de crédito bancarias no solo son prácticas, sino que ofrecen seguridad al comprador. Si hay un error en el cargo o si hay que hacer una devolución, el cliente se siente más respaldado.
Y para el comerciante, la cosa también tiene ventajas: evita manejar efectivo, reduce riesgos de robo, puede vender más (sí, cuando no hay límite en la cartera, a veces se compra más) y accede a estadísticas de ventas más precisas.
El caso de Carmen, una tienda de barrio que se adaptó a tiempo
Carmen lleva más de 20 años con su tienda de ropa en el barrio del Cabanyal. Durante mucho tiempo, no aceptaba tarjeta. “Decía que las comisiones me comían”, recuerda. Pero en 2020, tras la pandemia, notó que muchos clientes dejaban de comprar simplemente por no llevar dinero en efectivo. “Me tocó elegir: cambiar o cerrar”. Instaló un datáfono, se hizo una cuenta digital para gestionar sus ingresos, y hasta incluyó pagos fraccionados para compras superiores a 50 euros. Hoy, asegura que su facturación ha crecido un 25% respecto al 2019.
Y no es la única. En la zona de Patraix, varios comercios que antes operaban 100% en efectivo ahora hasta aceptan pagos móviles con tarjeta guardada en el smartwatch. Como si estuviéramos en otro país, pero no: sigue siendo Valencia, solo que más conectada.
Más tarjetas, más control, más oportunidades
Además de las ventajas para los comercios, hay algo que no conviene olvidar: para el consumidor, pagar con tarjeta de crédito también significa llevar un registro detallado de todo. Saber cuánto gastas y dónde es una herramienta poderosa para mejorar tu salud financiera. Y si usas una tarjeta con devolución de compras o con puntos canjeables, mejor aún.
Eso sí, esto no quiere decir que el efectivo desaparezca. Hay todavía pequeños locales o ferias donde sigue reinando la moneda. Pero incluso ahí, la tendencia es clara: cada vez más valencianos, y más turistas, esperan que puedas pagar con tarjeta cuando compras un regalo, una horchata, o unas flores para la ofrenda.
Como muestra de este cambio, hace poco el Ayuntamiento impulsó campañas de digitalización para el comercio de proximidad, permitiendo que muchos accedieran a terminales de pago con condiciones preferenciales. Puedes ver un ejemplo concreto de esto en esta iniciativa local de modernización comercial, que ha permitido que hasta los negocios más pequeños entren al siglo XXI sin perder su esencia de barrio.