Ferran Caudet, nacido en Estivella en 1966, es cofundador y CEO de Economía Humana, un centro de emprendimiento e innovación social. Especializado en metodologías de gestión intuitivas como la lectura kinesiológica de campo (LKC), Ferran asesora a líderes y organizaciones internacionales. Conocido como consultor, formador y escritor, promueve la conexión con el potencial creativo ilimitado. Acaba de publicar el libro ‘Economía Humana Intuición, Liderazgo y Prosperidad’ (Editorial Siglantana)
Pregunta: Mencionas, que la intuición es un pilar fundamental del liderazgo del siglo XXI. ¿Qué estrategias prácticas propones para cultivarla y aplicarla efectivamente en el ámbito empresarial y económico?
Ferran Caudet: Es evidente que las decisiones basadas en impulsos emocionales y análisis racionales no logran gestionar de forma eficiente la complejidad. Solo hay que observar el momento socioeconómico o geopolítico actual. La intuición ofrece una visión más profunda y alineada con el propósito trascendente individual y el bienestar colectivo. La intuición es una capacidad innata que todos poseemos, pero no hemos aprendido a desarrollarla y gestionarla eficientemente en nuestras decisiones diarias. En el contexto actual, donde las empresas y el entorno social son cada vez más dinámicos, la intuición se convierte en un recurso imprescindible para los líderes emergentes. Para cultivar y aplicar la intuición de manera efectiva en Economía Humana hemos investigado y desarrollado una herramienta especialmente eficaz para aplicar la intuición: la Lectura Kinesiológica de Campo (LKC) Esta metodología se basa en las investigaciones de David R. Hawkins. La LKC es una metodología que permite acceder a información sutil, facilita la toma de decisiones y potencia la eficiencia. A través de la LKC, los líderes pueden identificar patrones limitantes y puntos clave evolutivos.
La intuición es particularmente útil en momentos de incertidumbre y toma de decisiones estratégicas. Lo que asumimos como real actualmente, en tiempos no muy lejanos fue simplemente posible. Como argumentó el físico y premio Nobel, Ilya Pigogine: “lo posible es más rico que lo real”.
P: Define a los Transformakers como agentes de cambio social. ¿Qué competencias y mentalidades específicas considera esenciales para que alguien pueda desempeñar este rol de manera efectiva en el contexto actual?
F.C.: Transformakers es un término que hemos acuñado en Economía Humana para designar a aquellas personas que trascienden las limitaciones de la cosmovisión de su tiempo, contribuyendo activamente a la creación de un mundo más consciente, humano y próspero. Podemos reconocerlos en todas las épocas y culturas, desde los seres humanos que aprendieron a dominar el fuego, hasta los que han impulsado los últimos avances científicos o filosóficos. Para desempeñar este rol de manera efectiva, los Transformakers han desarrollado competencias y mentalidades clave. En primer lugar, la intuición juega un papel esencial, ya que les permite acceder al potencial creativo ilimitado que trasciende lo meramente racional. Asimismo, comprenden que las soluciones más innovadoras surgen de la inteligencia colaborativa, donde "uno más uno es más que dos". Esta capacidad de cocrear multiplica las posibilidades individuales, generando sinergias transformadoras para las personas y las organizaciones. Son flexibles y adaptables, cualidades imprescindibles en un mundo en constante evolución, lo que les permite ajustar su enfoque sin perder de vista su propósito.
Los Transformakers son catalizadores de una evolución profunda e integradora, guiados por la intuición, la inteligencia colaborativa y un propósito trascendente. Estoy convencido de que todos llevamos un Transformaker en nuestro interior, la labor es reconocerlo y actualizarlo. En el libro que acabo de publicar sobre Economía Humana, puedes encontrar 24 testimonios en primera persona de Transformakers actuales de todos los ámbitos y niveles de la sociedad.
P: ¿Qué criterios ha seguido para la selección de los colaboradores que aparecen en el libro?
F.C.: El primero que fueran capaces de contar su historia de transformación en primera persona y, por tanto, desde su experiencia. Fue un proceso profundamente creativo y orgánico, una labor de más de cinco años. Más allá de sus trayectorias profesionales, lo que realmente me motivó a elegir a estas personas fue su compromiso con la intuición, la inteligencia colaborativa, la conciencia. Cada colaborador ha demostrado, a lo largo de su vida, no solo un desempeño relevante en sus labores profesionales, sino también niveles importantes de coherencia. Son personas que conectan su saber hacer con una visión más elevada y que están comprometidas de forma natural con la evolución de la humanidad, no solo con el éxito individual. Otro criterio clave fue la diversidad de perspectivas. Quería que el libro reflejara no solo una visión unificada de lo que significa Economía Humana, sino también la riqueza que surge de unir diferentes enfoques, áreas de experiencia y visiones del mundo. De esta manera, los colaboradores representan una gama amplia de sectores y perspectivas —desde la empresa, la educación y la innovación social, hasta el ámbito científico o espiritual—, diferentes tipos de líderes, que a través de su historia y experiencias, inspiraran a otros a trascender sus limitaciones, contribuyendo activamente a la transformación de nuestro modelo económico y social.
Estos colaboradores más que hablar de Economía Humana la viven en su día a día y los seleccionamos por su capacidad para inspirar una transformación real en las personas y en las organizaciones desde su experiencia vital.
P: Economía Humana propone rediseñar el sistema económico global con un enfoque más humano y colaborativo. Desde su perspectiva, ¿cuáles son los principales desafíos estructurales y culturales que dificultan su implementación en la actualidad?
F.C.: En el contexto actual, uno de los mayores desafíos para implementar modelos colaborativos y sostenibles es la escasa conciencia y sabiduría de las élites que generan culturas organizacionales y estructurales desempoderantes. Este enfoque, profundamente arraigado en el sistema económico global, según el último informe Global Wealth de Credit Suisse menos del 1% de la población mundial dispone de más riqueza que el 99% restante y lógicamente esta tendencia sigue su proceso entrópico. Este y otros desequilibrios limitan la posibilidad de desarrollar soluciones basadas en valores más humanos y sostenibles. La lógica predominante, centrada en la maximización del beneficio a corto plazo y la competencia, dos eufemismos que disfrazan la codicia y la violencia dominante, estimulan los niveles de polarización que se están viviendo. Precisamente el Punto de Equilibrio es una aportación de Economía Humana a este contexto actual, una economía que trasciende la polarización y crea condiciones para la armonización y el acuerdo generativo. Integrar el Punto de Equilibrio es una puerta de entrada de conciencia en el ámbito económico que estamos aplicando con éxito en todo tipo de organizaciones. Una auténtica re-evolución creativa que beneficia a toda la sociedad.
P: En su opinión, ¿qué papel juega la educación en la transición hacia un escenario económico más humano y cuáles son las principales acciones o reformas educativas que considera prioritarias según Economía Humana?
F.C.: La educación es, sin duda, uno de los pilares fundamentales en la transición hacia un escenario económico más humano. Este cambio no puede depender únicamente de reformas políticas o estructurales, sino que debe estar impulsado por una transformación cultural profunda, y en este proceso, la educación juega un papel crucial. Desde Economía Humana, creemos que es necesario un enfoque educativo que no se limite a la acumulación de conocimientos técnicos, sino que promueva el desarrollo integral de la persona. Esto implica reformar los sistemas educativos para incorporar habilidades clave que permitan a las futuras generaciones enfrentarse a los desafíos de un mundo muy complejo. Entre estas habilidades, destaco: la empatía, el pensamiento crítico, y, sobre todo, la conciencia ética y la intuición como herramientas esenciales para la toma de decisiones. Formar a individuos, capaces de cocrear soluciones innovadoras desde una conciencia más elevada, es fundamental para construir un sistema económico más inclusivo y sostenible. Además, es fundamental que los jóvenes comprendan desde una edad temprana el impacto que sus acciones tienen en el mundo. Esta educación no solo debe preparar a los estudiantes para su integración en el mundo laboral, sino también para que se conviertan en ciudadanos conscientes y activos en la construcción de un futuro más próspero.
P: Economía Humana promueve el consumo consciente y la inversión ética. ¿Qué pasos prácticos recomendaría, tanto a particulares como a organizaciones, para integrar estos principios en sus decisiones cotidianas y estrategias de negocio?
F.C.: El primer paso, tanto para individuos como para organizaciones, es incluir la conciencia como un valor decisivo. Es fundamental preguntarse cómo cada decisión afecta al bienestar colectivo y al medio ambiente. Como consumidores, esto se inicia cuidando las decisiones de compra y optando por productos y servicios que respeten los derechos humanos, la biodiversidad y que promuevan una economía circular. Evitando el consumo innecesario o excesivo. En el caso de las organizaciones, los pasos prácticos incluyen revisar sus cadenas de suministro para asegurarse de que están alineadas con principios éticos, invirtiendo en proyectos que generen un impacto positivo tanto en el ámbito social como ambiental. Esto implica elegir conscientemente proveedores que sigan prácticas sostenibles y éticas. Además, es crucial que las empresas reorienten sus modelos de negocio hacia una lógica de equilibrio, donde la prosperidad se sitúe por encima de la maximización del beneficio a corto plazo.
La clave está en alinear las decisiones empresariales con los valores éticos. Esto permitirá a las organizaciones operar de manera más sostenible y generar un cambio real en la sociedad. Tanto a nivel personal como empresarial, se trata de un compromiso con la responsabilidad y la coherencia en cada decisión que tomemos. Las futuras generaciones lo agradecerán.
P: ¿Qué transformaciones espera ver tanto a nivel personal como global si los principios de Economía Humana se adoptan ampliamente, y cuáles serían los indicadores clave para medir su éxito?
F.C.: A nivel personal, espero ver una mayor conexión entre las personas y sus propósitos vitales para propiciar liderazgos más conscientes y auténticos. Personas que cocrean una vida más plena, donde cada individuo vive en coherencia con sus valores, desarrollando sus talentos, logrando un equilibrio entre su desarrollo personal y su contribución al bienestar colectivo. Así se reducen los niveles de estrés y se cultiva la paz interior que propicia la paz en el planeta. A nivel global, el éxito de lo que trae Economía Humana se refleja en una elevación del nivel de conciencia de la humanidad. La creación de sistemas económicos y organizacionales más armónicos, donde las dinámicas de competencia feroz y desigualdad se transforman naturalmente en colaboraciones que beneficien a todos los actores. El bienestar social y ambiental se convierte en una prioridad. En cuanto a los indicadores clave para medir el éxito, destacaría varios aspectos fundamentales. En primer lugar, veremos una reducción de las desigualdades y un acceso más equitativo a recursos y oportunidades. Además, la implementación de prácticas económicas regenerativas, donde el uso sostenible de los recursos naturales y la regeneración de ecosistemas se conviertan en la norma para las empresas y comunidades que adopten estos principios. Finalmente, un aumento en la conciencia colectiva en la toma de decisiones y en el impacto a largo plazo para las generaciones futuras. Estos serían algunos de los principales indicadores que nos mostrarían que estamos avanzando hacia una economía más humana.Economía Humana es un simple elemento catalizador que propicia la evolución en estos tiempos de transición entre paradigmas.
Pudiera parecer un alegato utópico, pero como podemos ver en los testimonios del libro, no solo es posible, es inevitable… Y llega como un tsunami silencioso de conciencia.
(Agradecemos a Bibiana Ripol y Arnau Escayola por las facilidades ofrecidas para esta entrevista)