Fotos: Fernando Villalba.- La cabalgata del Convit, que se celebra en la mañana del domingo del Corpus, como su propio nombre indica, está concebida desde sus inicios para invitar a propios y extraños a disfrutar la procesión general que se celebra por la tarde.
Nació como una invitación de los Jurados de la Ciudad, a través del 'Capellà de les Roques', a las autoridades y al pueblo para que asistieran a la Solemne Procesión del Corpus Christi.
No es tan antigua como la procesión y aún así, hay constancia de su existencia ya en 1516, aunque su presencia en el programa del Corpus no ha sido regular, sufriendo modificaciones y alteraciones e incluso llegando a ser suprimida en algunas fases del siglo XIX por algunos incidentes causados por la comparsa conocida como la Degolla, aunque sería restaurada hasta la que conocemos hoy en día.
Uno de los elementos más importantes de esta cabalgata son 'les Dansetes', recuperadas del olvido por los musicólogos Salvador Seguí y Fermín Pardo, que hoy por hoy sigue presentando al Grup de Danses del Corpus.
Así, en este auténtico 'avance' de la procesión podemos ver 'danses' como la de los Momos, 'els bastonets', els gegants, els nanos, els Cavallets o morets, els Arquets, Els Pastorets, La Mangrana, y otras que se han recuperado en los últimos años, evidenciando el gran calado histórico de la 'Festa Grossa' de Valencia.
A las 12 horas comienza la Cabalgata desde la Plaza de Manises para continuar por la calle Caballeros hacia la Plaza de la Virgen y atravesando ésta, seguirá por la calle del Miguelete a la Plaza de la Reina y por Cavillers llegar a la calle de las Avellanas y de ésta a la plaza de la Almoina para finalizar en el Palau.
Siempre se ha celebrado al mediodía de la víspera de la festividad del Corpus Christi, hasta el año 1990, a partir del cual esta cabalgata se trasladó al mediodía del día de la fiesta por celebrarse en domingo.
El momento culminante de la cabalgata llega con la poalà. La Degolla, que durante el resto del trayecto desfila delante de los clarines y timbales de la ciudad, los heraldos con las armas de la ciudad y la Real Senyera, al dejar atrás la puerta barroca o de los hierros de la Catedral de Valencia, ya en la plaza de la Reina, paran en seco para hacer el pasillo para que pase esta comitiva.
La razón de esta alteración en el orden del desfile es muy sencillo: Con la insignia valenciana a salvo más adelante, los miembros de la Degolla piden agua con insistencia y alboroto y, efectivamente, reciben un auténtico baño en forma de 'poalaes' en las calles de Cabillers y Avellanas, donde gran cantidad de vecinos y vecinas vacían desde sus balcones cubos y cubos de agua sobre estos valientes en un refrescante fin de fiesta.