Definitivamente el actual equipo de gobierno del Ayuntamiento de Valencia ha entrado de lleno en el clima pre-electoral a golpe de candidaturas. Si ayer se ponía en valor la candidatura de la paella como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, hoy se ha presentado la candidatura de la Huerta de Valencia para ser nombrada SIPAM (Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial) por la FAO.
El Salón de Cristal del Ayuntamiento de Valencia hoy ha hecho pleno de representantes tanto de Compromís como del PSPV: El alcalde de Valencia, Joan Ribó, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, la vicepresidenta de la Diputación de Valencia, Maria Josep Amigó, la regidora de Agricultura, Huerta y Pueblos de Valencia, Consol Castillo, la subdirectora general del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Marta Cimas Hernando, el director de Cátedra Tierra Ciudadana, José María García… La ocasión la pintaban calva: Se escenificaba la presentación de la candidatura de ‘El regadío histórico en l’Horta de Valencia‘ a ser nombrada por la FAO como SIPAM. Ribó ha explicado que «la vinculación urbana-rural que supone el cultivo de regadío clásico de la huerta, genera una interacción muy positiva que tenemos que poner en valor a todos los niveles».
Para Ribó, tal y como él mismo ha admitido, «ver en los libros de la FAO los lugares del mundo que ya han conseguido la consideración de SIPAM es uno de los mejores ejemplos que podemos encontrar de la gran diversidad de relaciones entre el ser humano y la naturaleza para construir aquello que a lo largo de los siglos denominamos agricultura como base de la alimentación humana en los ecosistemas más diversos». Es por eso que «deseamos ver imágenes y técnicas de nuestros labradores y labradoras compartiendo esa lista. Los agricultores tienen el valor supremo de darle forma a la tierra. Nuestra huerta, con todo el merecimiento, tiene que ser uno más de esos tesoros protegidos», ha añadido. Un esfuerzo y un objetivo que difícilmente puede ser entendido como prioritario o medianamente necesario para una ciudad que presenta con urgencia intervenir en zonas como el Cabanyal, Nazaret o la Punta, por poner algunos ejemplos especialmente sangrantes.
Pero el primer edil ha seguido el guión establecido exponiendo que «el sistema ancestral de nuestra huerta mantiene valores como por ejemplo la agricultura familiar, la preservación de la biodiversidad y la gestión de recursos genéticos propios. Además, es una eficaz solución contra el cambio climático». Otro mantra, éste del cambio climático, que el alcalde y su equipo enarbolan como bandera de progresía.
Ribó ha calificado de «privilegio» poder «disfrutar de este entorno y compartir con todas las personas e instituciones que han conseguido, algunos durante siglos, este modelo ejemplar de producción alimentaria». También ha pedido «la colaboración institucional necesaria para conseguir la obtención de SIPAM».
Consol Castillo ha explicado que «la relación de la ciudad de Valencia con la FAO ha ido estrechándose desde que Valencia firmó en octubre de 2015 el pacto por las políticas alimentarias urbanas. Desde entonces se ha trabajado de forma transversal con unas nuevas políticas, tanto alimentarias como de custodia del territorio, que comportan la preservación de los regadíos históricos. Desde hace siglos este ecosistema ha ido adaptándose y respondiendo a las diferentes circunstancias y necesidades», ha añadido Castillo.
Ximo Puig ha comunicado que «la Generalitat Valenciana da apoyo directo y entusiasta a la candidatura», mientras que José María García ha expuesto que «el SIPAM representa un reconocimiento a espacios singulares y creemos que la huerta lo es, porque el regadío histórico contiene reglas centenarias que dotan a la comunidad agrícola de un modelo de gobernanza que puede ser un ejemplo para el planeta». Por último, Marta Cimas ha explicado que «es un proyecto que tiene muchas posibilidades y cumple los criterios para poder tener esa figura, ya que tiene una particularidad novedosa porque mezcla el ámbito urbano con el rural».
Con éste son dos los procesos de candidatura en la que la ciudad de Valencia y su área metropolitana quedan a la espera de sendos reconocimientos a sus señas de identidad. Señas que, dicho sea de paso, no gozan precisamente de la salud que un gobierno municipal debiera garantizar.