La Nit de la Cremà, en la que la ciudad de Valencia arde por los cuatro costados, ha concluido y con ella, las Fallas de Valencia 2024.
Desde las 20:00 horas, cuando se encendía la mecha de casi 400 fallas infantiles hasta que caía pasto de las llamas la falla municipal con sus dos palomas gigantes unidas por una rama de olivo, poco antes de la medianoche, la capital del Turia era, a vista de pájaro, una sucesión de llamaradas a cada pocas calles, y bajando a nivel de suelo, falleras emocionadas, viendo consumirse su año de sueños ante sus ojos húmedos por las lágrimas.
Con las lágrimas de Marina García, Fallera Mayor Infantil, y de María Estela Arlandis, Fallera Mayor de Valencia, todos llorábamos un poco al ver consumirse tantas obras de arte magistralmente ejecutadas, en un año con un nivel realmente excelente. Pero así es la fiesta de las Fallas. Un final con renacer incluido en el mismo acto.
Valencia exorciza sus propios demonios en la ancestral ceremonia del fuego, quemando aquellas cosas que hay que quitarse de encima para dar acogida a todo lo bueno que está por venir, para volver a construir la falla de la vida desde cero. Un acto de renovación que desde tiempos inmemoriales conduce al valenciano a reinventarse para conseguir una versión mejor de sí mismo.
Y el sector fallero comienza ya a construir las Fallas de Valencia 2025. En la cabeza de los artistas falleros empieza ya a alumbrarse ideas e imágenes, que les llevará a gestar los bocetos del próximo ejercicio, si la providencia o los gobernantes proveen y consiguen sobrevivir a una situación tan comprometida que se está comenzando a cobrar diversas presas en el oficio más bonito e indispensable de esta fiesta. Sin artistas falleros no hay fallas. Y sin fallas no hay fiesta de las Fallas.
También habrá que revisar aquellos detalles que no han ido todo lo bien que se esperaba, quizás en parte por la coincidencia de la semana fallera con un fin de semana. Tiempo habrá de analizar todo eso para conseguir afinar más aún y lograr que las Fallas de Valencia sean con más razón aún las mejores fiestas del mundo.
Lo decía la alcaldesa, María José Catalá, al término de la cremà: Un millón de personas en los últimos días, casi 800 millones de euros de impacto en la ciudad... Conjugar todo ello en términos de fiesta, tradición y convivencia, responde a ese nivel de exigencia es una tarea tan difícil como necesaria. Estas Fallas se han saldado con una buena nota, como asegura la alcaldesa, y mejor aún la tendrán en el futuro, habida cuenta de la capacidad de esta ciudad de mejorarse a sí misma, como las personas que la habitan.