“El Celia Amorós es uno de los reconocimientos más importantes que puede recibir una persona comprometida en la lucha contra la violencia de género”. Son palabras de Pilar Gil Cabedo nada más recoger, de manos de la ex diputada de Igualdad de la Diputació, Isabel García, el premio que reconoce su trayectoria de 18 años luchando contra la barbarie machista y protegiendo a víctimas especialmente vulnerables.
Desde su tribuna como coordinadora de la Oficina de Atención a las Víctimas del Delito de València, esta letrada especialista en violencia de género considera que “no hay vuelta atrás en la revolución de las mujeres”. La emotividad de la entrega del premio por parte de una de las grandes referentes en Igualdad, la ex diputada provincial, dio paso a un discurso no menos sensible en el que Gil Cabedo instó a aplicar la ley con una visión de género, en defensa de las mujeres destrozadas por el machismo, de las que ha aprendido su valentía y capacidad de supervivencia, para comprender que “las mujeres somos poderosas”.
Pilar Gil Cabedo ha atendido a cientos de mujeres a lo largo de una amplia trayectoria como jurista en la que ha compartido sufrimiento con las víctimas. “Mujeres que son juzgadas por el sistema judicial, que se pierden en un complejo entramado burocrático, que se enfrentan a sus propios miedos y que están al cargo de hijas e hijos que también sufren esta violencia”, explica la letrada sobre su contacto cotidiano con las víctimas de malos tratos.
La coordinadora de la Oficina de Atención a las Víctimas del Delito se suma a otras personalidades reconocidas por los Celia Amorós, caso de la fiscal Rosa Guiralt, el magistrado José Luis Mendoza y la profesora Julia Sevilla, primera letrada en Les Corts y adjunta al Síndic de Greuges.
Como dejó escrito Pilar Gil Cabedo en el artículo ‘La otra mirada’, una mujer maltratada “no es un expediente ni una fría estadística. Es una vida rota que, ante ti, es la vulnerabilidad del ser humano, con letras mayúsculas. Tu energía, tus conocimientos, no juzgar, escuchar, ordenar pensamientos, acoger emociones, orientar, acompañar, respetar. Cuando todo esto forma parte de tu actividad laboral, tu trabajo no es sólo eso, es algo infinito, te humaniza, cada actuación merece la pena, y es una lucha pequeña, en mitad de una batalla que otros dicen dirigir con una incierta y desordenada estrategia, que no parece dar resultado”.