Recientemente tuvimos ocasión de disfrutar de una jornada inolvidable en L’Alcúdia, población tradicionalmente agrícola de la Ribera del Xúquer, donde de la mano de CANSO, la cooperativa que ha conseguido dejar a cero el número local de desempleados, conocimos a fondo la singularidad, bondades y propiedades del kaki Persimon, así como su historia y significación en la realidad alcudiense.
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Vivimos la recolecta a pie de campo advertidos, eso sí, que el fruto no conviene comerlo tal y como sale del árbol. Precisamente el paso por un baño de alcohol previo a su consumo es el que confiere al Persimon su factor diferencial respecto al kaki -o caqui- clásico, lo que hace que se coma sin antes reblandecerlo y sin astringencia -el típico y desagradable picor que algunos frutos presentan cuando están recién cogidos del árbol-.
El mercado hortofrutícola ha hecho un hueco de honor a esta maravilla del ingenio ribereño llamado Persimon, hasta el punto no sólo de diferenciarlo claramente del caqui tradicional sino de llegar a elevar su nombre a denominación de una nueva variedad de kaki. El caso del Persimon no es único: Otras marcas han llegado a ser utilizadas para denominar al propio producto, de ahí que el #marcasquemarcan acompañara al #llamamepersimon en todas las publicaciones que los casi treinta instagramers venidos de todos los rincones de la Comunidad Valenciana -con algunos ilustres visitantes Albacete- tuvieron a bien hacer a lo largo de la soleada mañana.
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Tras conocer de la mano del presidente de la cooperativa, Cirilo Arnandis, las bondades del Persimon y auténtico milagro que esta fruta ha obrado en L’Alcúdia -llegando a conseguir para la población la cota cero de desempleo-, se puso de relieve cómo su cultivo y recolección ha permitido a La Ribera del Xúquer reaccionar con solvencia ante la crisis de los cítricos que medidas como la reciente eliminación de aranceles para las naranjas sudafricanas no han hecho más que agudizar la ya de por sí precaria situación de los naranjeros valencianos.
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La jornada se completó con un viaje sin igual, ya en las instalaciones de la cooperativa, por el recorrido que los kakis Persimon realizan desde su llegada, recién recogidos del campo, hasta ser embalados y preparados para su salida a los mercados, fruterías, etc.
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Las inmensas montañas de contenedores rojos que se apilaban en los muelles de descarga, lugar donde depositan su cosecha los más de 8.000 productores de la zona -señal inequívoca del equitativo reparto de riqueza entre pequeños propietarios que la cooperativa garantiza-, daban la razón a Arnandis cuando aseguraba que la planta en la que nos encontrábamos daba salida a medio millón de kilos de Persimon al día, teniendo una previsión de unos 300 millones para la presente temporada. Toda una gesta, sin duda.
Como el kaki, fuimos a parar al inicio de las ‘autopistas’ automatizadas por las que el fruto era mimado y, para evitar golpes que pudieran restar un ápice de calidad y buena presentación al fruto, pasado por una noria que volcaba con extremo mimo los ‘basquets’ para que los persimon salieran suavemente sobre la cinta transportadora, por un lado, y las cajas vacías, por el otro.
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Un sinfín de las antes citadas autopistas se entrecruzaban en un auténtico ‘scalextric’ y, en sucesivas ‘paradas en boxes’, iban siendo ‘triadas’ por las trabajadoras para eliminar piezas defectuosas. Y es que aquí se busca la excelencia que ha hecho que el Persimon obtenga con todo merecimiento una prestigiosa Denominación de Origen: la de La Ribera del Xúquer.
Un detalle que nos sorprendió es la puesta en valor de la sostenibilidad en las instalaciones de la cooperativa. El transporte de personas entre las diferentes estancias de la planta se realizan en bicicleta y en triciclos -cargados estos últimos con cajas de herramientas para el mantenimiento de la maquinaria-.
Acabó la visita con una doble degustación: la de la fruta servida, que nos pareció auténtica delicias de los Dioses, y un zumo elaborado con Persimon, suave y fresco como pocos néctares.
Una mañana en la que pudimos conocer de primera mano el milagro alcudiense, cómo el ancestral ingenio agrícola valenciano ha sabido sobreponerse a las adversidades para dar al mundo, una vez más, un fruto del que sentirse orgulloso y, a fe mía, que con el Persimon así ha sido. Enhorabuena a L’Alcúdia por la gesta.