Es la única isla habitada de la Comunitat Valenciana. 2,35 millas náuticas -apenas cuatro kilómetros- separan la isla de Tabarca, en línea recta, de la costa de Santa Pola, aunque administrativamente pertenece al término municipal de Alicante. Sus 72 vecinos, pese a no estar confinados por la pandemia de coronavirus, lo están de facto ante la falta de un transporte regular que les conecte con Santa Pola para poder vivir de una forma mínimamente normal.
Contar al menos con tres conexiones al día -una entre las 7 y las 8 horas, otra entre las 12 y las 13 y otra sobre las 18:30 horas, sería suficiente para poder garantizarse la compatibilidad de estos 72 vecinos con horarios de trabajo, colegios, compras…, pero a día de hoy esta carencia sigue sin cubrir.
La única conexión posible en la isla sigue viniendo de la mano de empresa privadas que, a través de las conocidas ‘tabarquinas’ hacen las veces de barco-bus entre la isla y Santa Pola, especialmente en época estival y en consecuencia, en temporada alta turística. El problema llega cuando se marchan los turistas ya que a las empresas ya no conviene económicamente mantener el servicio.
Se sienten abandonados por las administraciones públicas que, pese a haber respaldado su legítima reivindicación. Tanto el síndic de greuges como Les Corts expresaron su apoyo y en el caso del parlamento valenciano, se llegó a aprobar una proposición no de ley (PNL) en 2018 pero, desde entonces, de lo dicho, nada hecho.
El Ayuntamiento de Alicante elevó una declaración institucional en 2020 en la que se urgía al Consell a poner un servicio regular pero la Conselleria, lamentan los vecinos de la isla, sigue sin aportar ninguna solución a su problema.
La asociación de vecinos pide un paso adelante por parte de la Generalitat Valenciana, ya que entienden que tienen derecho a vivir comunicados como en cualquier otra parte de la Comunitat Valenciana.








