Llamo así a Smyslov y a Tal. Y lo hago porque su reinado apenas duró un año y porque fue lo que uno de ellos, Tal, dijo: “ser campeón es algo provisional, mientras que ser ex-campeón es eterno”.
Los dos le ganaron el título al entonces campeón del mundo, Botvinnik, y los dos lo perdieron, aproximadamente un año después, en el encuentro de revancha que entonces era habitual. De hecho Botvinik cuando a continuación perdió contra Petrosian, abandonó prácticamente el ajedrez de competición porque no le permitieron la revancha y no quiso jugar los torneos clasificatorios.
Nació en Moscú en 1921, aprendió a jugar al ajedrez con su padre y muchos libros, pero su verdadera vocación era ser cantante de Ópera para lo que se preparaba con gran esfuerzo. Debió llegar a cantar muy bien porque desde el Teatro Bolshoi lo convocaron para hacer una prueba. Fracasó. No consiguió que lo contrataran y decepcionado decidió que a partir de entonces su principal actividad sería el ajedrez. En ese momento, el ajedrez se convirtió en su vida. Como dicen los Beatles en una canción: la vida es eso que pasa mientras planeas otras cosas. Pero Smyslov nunca dejó de ser la persona elegante y presumida que se espera de un artista. En contra de lo que sucedía con otros ajedrecistas atormentados por la vida soviética que llegaron a exiliarse, él fue un moscovita feliz, educado, bien vestido, sin excesos en la bebida y amante de las artes escénicas que se codeaba sin rubor con las más altas instancias políticas. Asistía regularmente al Bolshoi donde se permitía alternar con los artistas dada su fama como ajedrecista. Incluso en algunos torneos de ajedrez dio un recital de Ópera al margen de las partidas. En todos los años en que formó parte del equipo ruso de ajedrez, que fueron muchos, Rusia resultó siempre campeona olímpica. Murió en su amada Moscú en 2010.
Ajedrecísticamente fue un jugador brillante y sólido. Se enfrentó muchas veces a Botvinnik. En 1948 le disputó, sin conseguirlo, el torneo que servía para proclamar al campeón del mundo tras la muerte de Alekhine. Después, en un encuentro a más de veinte partidas, le ganó el título que perdió al poco tiempo contra el mismo jugador en otro encuentro a más de veinte partidas. En esa época, le preguntaron cómo veía el mundo del ajedrez y contestó: “no lo sé, llevo toda mi vida jugando contra Botvinnik”.
Ya como ex-campeón, jugó el torneo de candidatos de 1959 de Bled, antigua Yugoslavia. Ese torneo de candidatos fue extraordinario: 8 jugadores en una liga con cuatro enfrentamientos contra cada uno. Y qué jugadores. Cuatro fueron campeones del mundo y Keres, que quedó 2º(con 43 años), Petrosian 3º( 30 años), Smyslov 4º (38 años), Gligoric 5º (36 años), Boby Fisher 6º (16 años), Olafson 7º (24 años) y Benko 8º (31 años) ¿y el campeón? Fue Mijail Tal 1º (22 años).
Mijail Tal, proclamado allí candidato, jugó a continuación contra Botvinnik al que ganó el título con 23 años. En ese momento fue el campeón del mundo más joven de la Historia, hasta que llegó Gary Kasparov y después Magnus Carlsen.

Nació en Riga, Letonia, en 1936. Fue el año en que Letonia, en referendum nacional, decidió unirse a la URSS. Su personalidad era lo más opuesta posible a Smyslov Aunque también le gustaba la música e interpretaba a Chaikosky al piano con solvencia a pesar de tener sólo tres dedos en la mano derecha, era un joven independiente y rebelde. No políticamente sino vitalmente. Hijo de un médico de prestigio no pasaba estrecheces económicas, pero nació con una enfermedad renal y padecía frecuentes y dolorosos cólicos. Tal vez por eso tuvo acceso a la morfina desde muy joven convirtiéndose en adicto el resto de su vida a esta terrible droga. Además, bebía en exceso y fumaba compulsivamente. Era más guapo y más joven que Smyslov cuando llegó a la cumbre en una sociedad que adoraba a los ajedrecistas. Así que, cuando no jugaba al ajedrez, organizaba fiestas o acudía a ellas. Le gustaba ser el centro de atracción. Interpretaba música, bebía sin parar y era capaz de improvisar poemas románticos ante las damas. Se convirtió en un seductor irresistible al que no le importaba lo que pasara mañana para fugarse con la amada de hoy. Algunas veces, tuvo altercados con novios o maridos celosos que pusieron en riesgo su vida.
En el juego, también gustaba de ser el rival a batir. El jugador genial. Se imponía psicológicamente a sus contrarios. “Hay dos clases de combinaciones ganadoras, decía, las muy buenas y las mías”. En el mencionado torneo de Bled le ganó las cuatro partidas a Fisher apropiándose del protagonismo que éste tenía por ser el más joven. En una de ellas, Boby anotó una jugada y después hizo otra peor. Tal, que estaba muy atento a todo, le preguntó después por qué lo hizo, a lo que Fisher contestó: porque cuando la escribí, sonreíste. Ese era el tremendo magnetismo que ejercía sobre sus rivales.
Alexander Koblenz, que fue su entrenador, mentor, tutor y protector, le llamaba le llamaba cariñosamente “misha”, la pronunciación de Mijail se parece más a “mischail” en ruso, y procuraba que estuviera puntual y en forma ante el tablero. Cualquiera de sus partidas, y hoy pueden encontrase muchas en la Red, merece ser reproducida. Son atractivas, diferentes, sorprendentes muchas veces, y todas contienen detalles enriquecedores.
Sin embargo, sus adicciones y problemas de salud asociados le lastraron muchísimo. A algunos encuentros acudía directamente desde el hospital donde se recuperaba. Una vez, su estado era tan grave que un periódico, convencido de que moriría esa noche, publicó su necrológica antes de que lo hiciera, pero no murió. Enfadado, luego dijo:” había muchos datos incorrectos, menos mal que voy a vivir lo suficiente para desmentirlos”. Imagínense lo que decía ese obituario. Pero desgraciadamente, no los desmintió.

¿Qué fue de aquel joven inteligente y seductor que brilló con una luz cegadora en el ajedrez? Sólo un destello de genio que se apagó pronto. Murió a los 56 años con todos sus órganos vitales destruidos por sus excesos.
Recuerdo con tristeza lo que escribe mi amigo el psiquiatra Andrés Monleón: “No sé cómo hay intelectuales y artistas que ven algo romántico o inspirador en las drogas”.