Ana Alonso
Antes de que conociéramos los efectos de las últimas revoluciones tecnológicas en el mundo del vídeo digital, antes de los avances en píxels o de la potencia de los 4G o 5G, antes, mucho antes de los ordenadores, las historias que se contaban en el cine avanzaron maravillosamente con la mejora de la óptica y la química que permitía reproducirlas en pantallas más grandes y con colores más intensos y luminosos. Era el Cinemascope y el Tecnicolor. Así, la autora de esta obra viaja al pasado y consigue capturarlo lleno de unos colores, luz y sentimientos casi nunca reproducidos con tanta nitidez.
Ella, hasta ahora, había publicado poesía y obras para jóvenes y niños con notable éxito: ganó el Premio Barco de Vapor con El Secreto de if, en coautoría con Javier Pelegrín, su pareja. Nadie que es amada y seguida por una entusiasta muchedumbre de jóvenes y niños puede ser alguien sin un corazón limpio, alegre y sincero, excepción hecha del flautista de Amelín, claro. De esta experiencia, la autora recupera su capacidad narrativa en la que nada de lo que sucede queda fuera de plano. La memoria almacena los recuerdos de todos nuestros sentidos archivándolos en gran medida con palabras. Así, un olor o una melodía puede provocar el recuerdo de todo lo que percibías en un momento preciso y de las emociones que te embargaban. Pero también, las palabras adecuadas pueden hacer que reconstruyas los sabores, los olores y los colores de un instante, o que los imagines cuando tú no lo hayas vivido.
Ana Alonso, León 1970, es lo bastante joven para adentrarse en el pasado de la posguerra civil con una mirada distante y lo bastante “vieja” para tener aún a su lado a su madre que la vivió y puede contársela en primera persona. Después viene el trabajo de búsqueda, investigación, documentación y reconstrucción de aquella realidad.
La entrevista
Pregunta: ¿Por qué es necesario advertir que todos los personajes de este libro son de ficción?
Ana Alonso: Porque como para escribir este libro he recibido testimonios de muchas personas reales en lugares y circunstancias auténticas, quería dejar claro que todo eso lo he utilizado libremente para tejer personajes de ficción
P: Los que la leen y la siguen en su trayectoria literaria no tenían dudas de que pronto llegaría una gran novela como esta. ¿Por qué ahora?
A A: La verdad es que me daba un poco de miedo adentrarme en el terreno de la novela para adultos. Ya llevo tiempo comprometida con la Literatura. Publiqué mi primer libro de poesía a los 19 años y después han seguido muchas obras para jóvenes y niños pero enfrentarme a la novela para adultos me preocupaba porque es un público diferente donde el anonimato es difícil de conservar pero yo ya lo necesitaba. Es un paso que como escritora debía de dar y estoy muy contenta de haberlo hecho.
P: Pues como lector la felicito y lo agradezco porque lo hace muy bien. ¿Usted recuerda a su profesor o profesora de Literatura y Lengua?
A A: Lo recuerdo mucho porque durante cuatro años mi profesora fue mi madre, un profesora fantástica, la mejor que he tenido, y después, en el instituto, a Venancio Iglesias que también era escritor que nos hizo leer casi treinta libros en un curso. Lo que se hacía entonces era leer, leer, leer y creo que eso es lo mejor para forjar un escritor.
P: ¿Cree que lo que se lee de jóvenes influye en la personalidad que tendrán de adultos?¿Qué libro recuerda de entonces?
A A: Sí, totalmente. Lo que se lee a esa edad conforma nuestra manera de ver el mundo. El libro que a mí me abrió las puertas de la Literatura fue Los Tres Mosqueteros. Pero nada de adaptaciones, la versión original con todas sus páginas. Fue el momento en que di el salto de los libros para niños a la Literatura en general. A partir de ahí, fui voraz lectora por siempre.
P: Usted ha viajado y estudiado en París y otros países con otras lenguas, ¿la Literatura es igual en todas partes?
A A: Sí, porque responde a la misma necesidad de comunicación, de conexión entre el escritor y quienes leen lo que escribe. Bien es cierto que poder leer las obras en su lengua original aporta algo más a esa conexión, pero, no obstante, leer, escribir, la Literatura en general es una experiencia y una forma de expresión universal.
P: En esta novela narra la peripecia personal de cada uno de sus protagonistas. Todo se ve desde su percepción, desde sus sentimientos, desde su corazón. Y el lector se conecta con ellos sin dificultad. A pesar de ser un momento tan sensible, la Guerra Civil, procura que la ideología quede fuera, como parte del paisaje.
A A: Sí, porque todo en nuestra vida forma parte de una continua transformación, nuestra vida tiñe nuestras ideas y estas cambian a lo largo de nuestra vida y sin renunciar a unos valores que los personajes mantienen y que son el motor de su acción, la obra es más una novela de emociones, de crecimiento personal, de evolución, de superación de aquello que al principio parecía insuperable.
P: Al principio, Adela, la protagonista, vive la ilusión de cambiar el mundo dentro de la CNT, aquella legendaria organización sindical y el lector no podrá evitar sentirse contagiado, pero la obra se aleja de ese momento cuando ella va dejando atrás su juventud. ¿Perduran en la vida aquellas ilusiones juveniles?
A A: Sí, al menos sus valores. Hay momentos en la Historia en que esos anhelos juveniles que todos sentimos encuentran una expresión social que te permite conectar con un movimiento más amplio y esa sensación de camaradería, de no estar solo en tu deseo de cambiar el mundo es algo muy intenso, es una vivencia transformadora. En España se dio en los años de la República y en otros momentos. Ahora es mucho más difícil, porque vivimos un mundo más disperso, un mundo de tribus en la redes sociales, y no es tan fácil, pero por eso es más apasionante que nunca encontrar tu espacio para cambiar el mundo.
Pero mi esfuerzo ha sido retratar a las personas que vivieron aquel momento. Ir más allá de las etiquetas. Sé que es un momento que despierta recelos, que aún duele, pero creo que consigo superarlos al entrar en el corazón de las personas que lo vivieron. Me he esforzado por tratar con mucho respeto a todos los personajes y reflejar la perspectiva desde la que vivían cada uno sus circunstancias. Nadie cree que está haciendo el mal, todo el mundo tiene su razón para vivir así y el lector encuentra la manera de comprender lo que cada uno está haciendo.
P: Oyéndola, comprendo la personalidad de Lucía, la hija de Adela, ¿Se identifica usted con ella? ¿ Qué hay de autobiográfico en esta obra?
A A: Sí. Yo quería mostrar que esa relación de muchísimo cariño no es una relación perfecta. Quiero mostrar que a pesar del amor entre una madre y su hija hay una diversidad de proyectos de vida. Que la evolución da un salto cuando pasa a la siguiente generación. Un retrato más realista de lo que somos las madres que daríamos todo por nuestros hijos pero que no dejamos de ser personas con nuestros deseos y nuestras ilusiones distintas a las de ellos. Eso se vio mucho en la postguerra: padres de izquierdas que sentían intensamente sus ideas y veían a sus hijos que se educaban en un régimen distinto y adoptaban unos valores y deseos de vivir diferentes y eso tuvo que ser muy duro para ellos. Pero ahí está el amor para tender esos puentes que de otra manera serían imposibles.
P: A lo largo de la novela, además de personas aparecen firmas comerciales, formas de trabajar y de vivir en sociedad ¿Ha sido muy difícil documentarse?
A A: He tenido la suerte de poder contar con testimonios de quienes vivieron aquellos momentos. He sabido de primera mano cómo se trabajaba, cómo se contrataba y cómo se vivía en sociedad. Me ha ayudado mi amigo y pintor Adolfo Álvarez Garte que ha investigado mucho sobre aquellos años. Gracias a él he conocido la firma Pertegaz casi desde dentro, pues aunque cueste creerlo al principio de la postguerra se vivió un momento de efervescencia en el mundo de la moda pues pasaba como ahora con la pandemia: había mucha necesidad de mirar hacia delante y de pasar página.
La obra
Los Colores del Tiempo
Ana Alonso
Editorial Espasa (Planeta) 2021
Novela, 314 páginas, 19.90€
Esta novela datada en los años inmediatamente posteriores a la Guerra Civil de 1936 narra la vida, ilusiones y proyectos de quienes después del conflicto debieron convivir fuese cual fuese el bando por el que simpatizaron. Refleja una sociedad de economía devastada donde el salario apenas llegaba para sobrevivir al hambre o al invierno y la pobreza extrema se disimulaba con orgullo. Ana Alonso, consigue que sus lectores se contagien de la entereza de una protagonista que ve derrotados su ideales juveniles sin perder la esperanza, que vive la más absoluta precariedad sin caer en el desánimo y que es capaz de creer en sí misma en medio de la incertidumbre.
Los lectores compartirán esos sentimientos, comprenderán la trascendencia y el sabor de un bombón de chocolate, el valor de su envoltorio o el aroma de un perfume. Todo es importante cuando transitas por el borde del abismo. Además, la protagonista es madre de una adolescente que se aferra al futuro como única opción vital.
En la peripecia de cada personaje es más importante describir el esfuerzo por sobrevivir en una sociedad tan difícil que denunciar motivaciones políticas, aunque no se esconden. Parece como si todos, aceptada la realidad de un gobierno inamovible, intentaran seguir con sus vidas al margen de la realidad política.
Es una obra de personajes fascinantes, donde todo lo demás forma parte del paisaje y sólo lo conocemos a través de sus sentimientos y emociones. Nunca una frase anticipa lo que va a pasar en la siguiente y, así, todo es posible, todo es esperanza, incertidumbre, anhelo o gozo. El lector lo vivirá al ritmo de los personajes lo que hace de la novela una aventura que dejará huella en su ánimo cuando en el futuro rememore aquella época. Los seres humanos no vivimos en los libros de Historia, vivimos en novelas como ésta.