
Cada vez es más frecuente encontrar libros que narran la peripecia vital de sus autores. Se trata de testimonios ineludibles de personas que necesitan que su historia sea conocida, bien porque creen que divulgarla ayudará a otros en su misma tesitura, bien porque se trata de hechos tan singulares que no quieren que se pierdan ignotos en el anónimo pozo del tiempo.
El libro del que les doy noticia hoy es de los primeros. No tengo la menor duda de que a su autora la mueve el deseo de ayudar a quienes como ella se encuentran atrapados en un cuerpo con el sexo equivocado. Después de hablar con ella, estoy convencido de que no tiene ningún deseo de notoriedad; que no espera convertir los derechos de autor o la Literatura en su modo de ganarse la vida; que ni siquiera disfruta con la fama que su testimonio pueda proporcionarle. Su deseo de ayudar a otras personas inmersas en su misma situación es el único motivo de este libro.
Eva Vildosola es una mujer que nació en el cuerpo de un hombre. Desde muy pequeña se comportaba, pensaba y era una niña. Y resulta que, además, es una persona muy inteligente, perspicaz y sensible. Sin embargo, de no ser por ese “accidente” genético, probablemente hubiera sido una niña superdotada. Pero en esa etapa crucial de la formación del carácter y aprendizaje, tuvo que dedicar la mayor parte de su energía vital a conseguir ser la mujer que habitaba su corazón y su mente.
Este libro es el relato de muchas derrotas, de un sufrimiento lúcido y sorprendente. Es la búsqueda a ciegas del final del laberinto. En total oscuridad. En la más absoluta soledad. Y cuando cuando siendo tan pequeña, tan niña, te falta todo. Capacidad de expresión. Libertad. Intimidad. Referencias que te sirvan de guía. Alguien en quien confiar.
Faltó muy poco para que perdiera la vida en su lucha. En el último momento, cuando el abismo parecía su destino, surgió la figura de su madre. ¿Quién si no? Fue la única, en un océano de familia, maestros, médicos, amigos y gentes que le daban la espalda, que le tendió la mano cuando ya estaba a punto de ahogarse.
Por eso la decisión de contar su experiencia y este libro pueden ser un rayo de esperanza a quienes como ella deben recorrer su laberinto. Algo que todos debemos agradecer. Me consta su enorme esfuerzo personal. Lo mucho que compromete porque a Eva le gustaría vivir en el anonimato su vida, como una joven más. Tiene el sueño de alcanzar la fama, la gloria y la fortuna por su quehacer en el diseño, la moda, o cualquier otra profesión a la que se dedique ahora que puede esforzarse en lo que será una vez conquistado lo que es.
Me confesó que durante algún tiempo en su niñez no comprendía la trascendencia de la diferencia de lo que vivía en su corazón y su realidad física. Pintarse las uñas o desear juguetes de chicas era reprimido con dureza sin que ella llegara a percatarse inicialmente de la transcendencia de esas reprimendas. Llegó, inocentemente, a pedirle a su madre que cambiara los juguetes de los Reyes Magos por los de Papá Noel porque los Reyes nunca le traían lo que pedía.
Acaba de cumplir veinte años. Hace quince que es consciente de lo que cuesta romper la barrera que hoy ya ha superado. Le pregunté si cree que en España hay quienes están pasando por su experiencia, “no, ya no como yo, en nuestro país han mejorado mucho las cosas, pero aún quedan muchos lugares en que sí”. Piensa que los psiquiatras y psicólogos que la atendieron fueron una ayuda importante, pero con un estigma: la trataban como a una enferma. Para ella es importante que todos nos convenzamos que vivir como mujer en el cuerpo de un hombre o viceversa “no es una enfermedad”.
He visto a Eva entrevistada en el programa de Ana Rosa Quintana en la cresta de la ola mediática por las agresiones homóbofas. Sí, ella fue víctima, pero no es una víctima. No quiere vivir de eso. Su lucha es otra. Esa notoriedad va en dirección contraria a lo que pretende, pero lo ha soportado con discreción y tolerancia. Ella, en un momento desesperado de su vida, pidió ayuda en Redes Sociales. Eso la catapultó a una fama que no pretendía. Pero ese momento ya pasó. Aun así, sigue dispuesta a ayudar a quien lo necesite con un mensaje de ánimo, por eso la pueden encontrar en @evacastt.
La obra
Título, Me llamo Eva. Mi lucha por ser mujer.
Autora: Eva Vildolosa. Editorial Alienta, Barcelona 2021 con 150 páginas.
Lo primero a lo que se enfrentará el lector es a la enorme e inesperada calidad de una narración fluida, elocuente y muy interesante. Cuando abran las páginas de este libro, se sorprenderán al comprobar que no han abierto un libro, han abierto una ventana a la vida de Antoñito, el niño en el que habitaba Eva con cinco años. La compresión de sus sentimientos y la conexión con lo que le pasa es instantánea. Quedas enganchado a la historia y ya no puedes dejar de leer. No encontrarán ningún alegato ideológico o político. Ninguna consigna que copiar en una pancarta. Este no es un libro lleno de reivindicaciones aunque estas sean legítimas, respetables o necesarias. Es un mensaje de corazón a corazón. Elocuente. Magnífico. Incontrovertible.
Ciento cincuenta páginas de una redacción impecable, precisas, esclarecedoras, sinceras, que se devoran con la misma intensidad con que se vive el descubrimiento de un tesoro. Hay suspense, tensión por el desenlace, interés por saber qué nos espera al volver la página y un final que sólo es un principio. Probablemente Eva ya no volverá a escribir más, pero hay autores que merecen ser recordados y respetados aunque sólo escribieron una obra en su vida. Este libro provoca tal catarsis en el ánimo de sus lectores que nunca lo olvidarán.
Hoy, Eva es lo que encontrarán en el final de su libro. La juventud es un periodo de la vida donde las ilusiones se convierten en propósitos. Por lo que nos cuenta, esta joven llega con un poco de retraso a ese momento, pero creo firmemente en su capacidad para alcanzar lo que se proponga.
El libro va dirigido a todos y cada uno de nosotros. Es una historia destinada a producir un cambio radical en opinión pública. A veces, sin que se pueda saber muy bien por qué, una sociedad da un paso colectivo en la dirección correcta. Eso es lo que pretende Eva que hagamos al regalarnos su historia.
Y a fe mía que lo consigue.









