Un nuevo encuentro culinario en el Restaurante Nevada (/San Ignacio de Loyola 1, de Valencia), nos permitió disfrutar de la compañía y complicidad de uno de los artistas y creadores más importantes de nuestras tierras: el escultor y pintor Miquel Navarro.
La cita fue propicia para hablar sobre su forma de creación y su obra. Jovial, con mucho sentido del humor y sensibilidad a cuanto le rodea, Miquel Navarro disfrutó de unas horas de buena gastronomía y charla informal. La mesa estuvo compartida por el director de NoticiasCV.com, Javier Furió; el historiador de ajedrez, José Antonio Garzón, y el periodista y escritor Rafa Marí. Un ramillete de amigos que disfrutaron de los excelentes entrantes que preparó el gerente del restaurante Antonio Cambronero y su hijo Rubén, y culminó con una de esas paellas de ‘ditet’, de pollo y conejo, que recibió los elogios de los comensales.
Hablar sobre la trayectoria creadora de Navarro, es sumergirse en toda una vida relacionada al arte y la escultura. Basta decir que es el único artista español vivo con obra permanente en la Colección Unesco (junto a Picasso, Tàpies, Miró y Chillida), o mencionar sus piezas como el ‘Parotet’ y ‘La Pantera Rosa’ (ya en el día a día de todos en la ciudad de Valencia), o su obra permanente en el IVAM, o su creación en la plaça Major de Mislata, o sus trabajos y exposiciones en Japón, Estados Unidos, Francia, Jordania…, ya revela el alcance mundial de su labor y talento. La llega del café dio inicio a una agradable charla.

NCV.: ¿Qué tienen de fascinante las ciudades que tanto te atraen en tus composiciones?
Miquel Navarro: Considero a la ciudad como la casa donde se reflexiona y donde se muestra toda la historia y toda la cultura del hombre. Sobre todo, una ciudad que…, contienen estratos, que contienen pozo, profundidad… Esas ciudades conservan toda una sabiduría y toda una historia de lo que fue y de lo que es. La cultura también está en el campo, por supuesto. También está en el bosque y en la propia naturaleza pero, digamos, la sede que marca el hombre para conservar o preservar o tener el archivo de toda esa cultura es la ciudad. Por lo tanto, la ciudad me parece que es profunda, es abismal, y es la que está contando claramente la historia del hombre. Quizás por eso me parece la ciudad fascinante, tiene un poder que puede unir parte de la naturaleza, yo introduzco ese elemento natural en la ciudad con mi obra, y el desarrollo que la ciudad provoca.
NCV: Tus obras en Valencia ya son referenciales. El Parotet y La Pantera Rosa ya pertenecen a la gente de la ciudad, ¿cómo se integra ese arte a la ciudad?
M.N.: Sí, eso el algo muy bonito y hace que me sienta querido. Además el artista debe conocer el espacio en el que interviene. Sentirlo y descubrir cómo es el espacio en el que actúa. Es como…, que hay que estudiar el espacio, respetando su esencia, pero al mismo tiempo ser capaz de introducir un sello distintivo personal. El espacio no se invade, se mimetiza con él, introduciendo rasgos sustantivos del artista y su obra. La obra no invade, forma parte del espacio de forma orgánica.

NCV.: Hay algo en la idiosincrasia valenciana que nos invita a ser muy barrocos. Las fallas, la pólvora, el gusto por el exceso…, sin embargo tu obra es más minimalista, una mirada menos abigarrada a la composición en contraste con el modelo social.
M.N.: No, no, no te creas. Veo Valencia más cerca del pop que el barroco. En Valencia somos muy pop, muy poperos. Warhol llegó tarde. Quizás un poco excesivos pero muy vinculados al pop. Un pop muy valenciano (comenta con una sonrisa). Hay una idea generalizada que tendemos al desmadre pero…, no es verdad. Que somos excesivos a veces, puede ser. La historia también marca el carácter de una ciudad y somos lo que somos. Desde hace décadas, creo yo, somos un poco anárquicos pero vinculados al pop. Dejamos el barroquismo por el por anárquico. Lo universal es local, forma parte del arte (indica entre sonrisas).
NCV.: Tu trabajo artístico también está marcado por una indiscutible seña de sensualidad y erotismo, muchos indican que es un rasgo característico de tu quehacer, y otros que es un toque o guiño la deconstrucción de la heterosexualidad, ¿es así?
M.N.: Mi obra tiene, digamos, una manifestación muy intrínseca mía por la cual yo me defino sexualmente. Entonces, el elemento de la sexualidad para mí no solo es un elemento totémico o un elemento de caverna. Por eso decía que la ciudad aúna el elemento totémico y de la casa…, la casa como concepto de cobijo y…, en esa mesura hay una manifestación de des-sexualidad que, muchas veces, tiende a ser mi definición como homosexual. Además, es evidente mi homosexualidad en muchas obras mías y cuando trabajo con una formas esquemáticas y geométricas es como un elemento más abstracto o…, hay veces que sí tengo trabajos en donde dibujo tanto elementos masculinos como femeninos que se pueden reconocer a simple vista.

NCV.: Cuando hablas de la cueva y el elemento totémico casi fálico, es fácil combinar en la imaginación ambos conceptos como una integración del uno al otro.
M.N.: Sí, sí. Pienso que el sexo, para mí, ha sido muy importante en las obras de arte y…, no soy ajeno a esa belleza que está ligada a la sensualidad y a la sexualidad. La belleza y la sexualidad para mí son muy importantes. Esto también se puede ver en toda la historia del arte desde Grecia a Egipto a Roma… siempre hay esa manifestación a través de los desnudos y elementos más complejos.

NCV: La fundación que lleva tu nombre está preparando una exposición al aire libre sobre tu obra, ¿Cómo van los preparativos?
M.N.: Yo tengo una casa de campo y estoy creando un museo de escultura al aire libre. Ya es casi tangible. Hay muchas esculturas y habrá más el futuro. El deseo es hacer una gran exposición escultórica en plena naturaleza. Todo plenamente integrado. Como he dicho antes, la cultura también está en el campo y en lo rural.

NCV.: Miquel, gracias por acompañarnos en esta comida y por brindarnos tan estupenda conversación sobre tu trabajo.
M.N.: Gracias a vosotros y ha sido un placer compartir mesa y tertulia con buenos amigos.