El cuadro de “La Última Cena”, pintura de gran formato y alto valor patrimonial firmada por Vicente López Portaña en 1806, ha abandonado hoy el Museo de Bellas Artes de Xàtiva para iniciar su proceso de restauración. La obra, propiedad de la Federación Inmaculada de los Monasterios de la Orden de Santa Clara, forma parte de la exposición permanente del museo desde hace años gracias a un acuerdo de cesión entre la comunidad religiosa y el consistorio setabense.

La restauración será ejecutada por la restauradora Anna Boix, hija del artista Manuel Boix, y tendrá una duración aproximada de cuatro meses. Esta actuación se enmarca en el compromiso asumido por el Ayuntamiento dentro del contrato de cesión, que contempla el mantenimiento, la conservación y la difusión pública de esta pieza destacada del patrimonio local.
Actualmente, la obra se encuentra en un estado de conservación generalmente estable, aunque presenta alteraciones puntuales en zonas de reintegración, veladuras y pequeñas acumulaciones salinas que hacen recomendable una nueva intervención especializada. La restauración se plantea bajo criterios de mínima intervención y máxima reversibilidad, con el objetivo de garantizar tanto la conservación material como la correcta lectura estética de la pintura.
Los trabajos previstos incluyen el desmontaje y traslado temporal al taller, la documentación técnica, la consolidación de estucos y reintegraciones anteriores, la limpieza en seco, la corrección de veladuras y fluorescencias salinas, así como la reintegración cromática de las zonas afectadas y la aplicación de una capa de protección final, asegurando que cada actuación sea plenamente reversible y respetuosa con la técnica de Vicente López.
Una obra maestra del neoclasicismo valenciano
Vicente López Portaña (Valencia, 1772 – Madrid, 1850) fue uno de los pintores más reconocidos de su tiempo, contemporáneo de Francisco de Goya y pintor de cámara de los reyes Carlos IV y Fernando VII, además de director del Museo del Prado a partir de 1823. En el caso de Xàtiva, López mantuvo una estrecha relación con la ciudad y con diversas familias nobles locales, para las que realizó retratos y otros encargos.
Su obra “La Última Cena”, de imponentes dimensiones (205×405 cm sin marco), representa el momento evangélico en que Jesús anuncia la traición de Judas. Se trata de una pintura de gran complejidad compositiva y simbólica, en la que la figura de Cristo ocupa el centro de la escena, rodeado de los doce apóstoles dispuestos de manera equilibrada. El autor combina con maestría los tonos cálidos de los discípulos con los fríos y plateados que rodean al Salvador, cuyo rostro destaca por su luminosidad y serenidad, símbolo de la Lux Mundi o Luz del Mundo. La obra también sobresale por el refinado tratamiento de los elementos naturales y de los detalles de la mesa —platos, peces, jarras, pan y vino—, que evidencian la destreza técnica y el preciosismo del artista valenciano.
Una historia unida al patrimonio setabense
El lienzo fue encargado para el refectorio del Real Monasterio de Santa Clara de Xàtiva, donde presidió la sala durante más de ciento treinta años. Durante los convulsos acontecimientos de la Guerra Civil, en 1936 el cuadro fue salvado gracias a la intervención de varios vecinos que lo trasladaron al Museo de Xàtiva para evitar su destrucción. Aunque sufrió desperfectos en aquel momento, la obra se conservó y, tras diversas vicisitudes, volvió a exhibirse públicamente.
En 2006 fue objeto de una primera intervención por parte del IVACOR (Instituto Valenciano de Conservación y Restauración), que estabilizó el soporte y reparó los daños más significativos, y en 2007 formó parte de la exposición “La Llum de les Imatges. Lux Mundi, Xàtiva 2007”. Tras finalizar la muestra, el cuadro fue expuesto en el Museo de Bellas Artes de Valencia – San Pío V, en virtud de un acuerdo entre las Clarisas y la Conselleria de Cultura.
En 2014, “La Última Cena” fue trasladada desde el museo de l’Almodí con el fin de garantizar las mejores condiciones de conservación y exposición, siendo posteriormente reubicada en su emplazamiento actual, en el Museo de Bellas Artes – Casa de la Enseñanza.
Una vez concluida la intervención, la obra volverá a exhibirse en su ubicación habitual en el Museo de Bellas Artes–Casa de la Enseñanza, donde continuará siendo una de las piezas centrales de la colección permanente y un testimonio esencial del vínculo entre la ciudad y su tradición artística.








