Proteger a los niños. Ha pasado de ser un auténtico mantra, un dogma, un mandato inquebrantable en toda sociedad avanzada que se precie, a ser obviado de la forma más descarnada e inmisericorde y, lo que es peor, sin darnos cuenta.
Lo primero que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en proteger infancia son las imágenes que nos llegan de África y Asia. Los niños soldado africanos, separados de sus familias a tierna edad -cuando no obligados a matar a sus progenitores ellos mismos- dibujan una dura realidad que a día de hoy persiste. Son menores a los que han robado su infancia para formar parte de acciones militares que, en el mejor de los casos, les dejarán una huella psicológica imborrable…, si llegan a crecer.
Los niños utilizados para su explotación sexual en el sudeste asiático es la otra imagen cuyo impacto nos remite a ellos en cuanto hablamos de la protección, o mejor, de la necesidad de proteger a la infancia. En países como Tailandia existe toda una industria del sexo y se da la triste circunstancia de que los niños son los más buscados sobre todo por europeos que viajan allí para hacer lo que en sus respectivos países de origen les proporcionaría una mancha imborrable en su imagen.
En otros países, la explotación laboral de niños en edades cada vez más tempranas es un hecho que, lejos de mostrar una tendencia a la baja, está alcanzando cotas insospechadas hace tan solo unos años. Según datos oficiales, este año son ya 160 millones los niños que se ven forzados a trabajar a lo largo y ancho del planeta.
Sin duda son éstos los casos más visibles, los que nos permiten una visión más cómoda y rotunda de los problemas a los que se enfrentan los niños y niñas de todo el mundo. Pero en una visión más profunda y quizás más incómoda, descubriremos que los menores en riesgo están mucho más cerca de lo que sospechamos. En situaciones de crisis como las que ha provocado la pandemia de coronavirus, los primeros en sufrir sus efectos son, también en nuestras ciudades, nuestros barrios, precisamente los niños.
Es ahí donde esta ONG cobra protagonismo atendiendo a estas familias para que la atención a sus niños y niñas no se resienta. El año pasado pudo atender a 11.321 niños en los 29 centros de día que tiene repartidos por todo el país y este 2022 sigue firme en su empeño a través de la campaña ‘Ayudar a la Infancia‘. Su éxito será sin duda lograr la protección de los niños y niñas que lo necesitan.