No creo en la precognición ni suerte alguna de adivinaciones u otras supercherías. Pero lo cierto, es que acababa de leer el meme de aquél que se va a poner un tatuaje y le aconsejan hacérselo de algo que le vaya a gustar toda la vida. "Pues ponme una croqueta", le contesta el hombre. Poco después asistía a la puesta de largo de 'Creoquete', un lugar de la calle Císcar especializado en croquetas. Croquetas por doquier, de todo tipo de sabor, textura y naturaleza. Saladas y...,¡dulces!
Y allí que nos concentramos una nutrida representación del periodismo gastronómico autóctono y un servidor, eterno aprendiz de casi todo. Nos aguardaban en la misma entrada la simpatía de las dos socias ofreciéndonos caldos con los que maridar las delicias que, como un desfile de modas, comenzaron a salir a la palestra en pareja. Uno ya tiene sus manías y opté por un tinto joven espectacular, Brezo. Un vino parido en León, D. O. El Bierzo, gestado con manos y tradición francesas.
Y llegó la sorpresa del evento, el que quizás, a mi juicio, representa el auténtico factor diferencial de Creoquete junto a su variedad de sabores: las croquetas de postre. Desde la sutil suavidad de la croqueta de arroz con leche, pasando por la de Tarta de queso y fresa con galleta, hasta la de gnutella con avellanas, todas un placer para el paladar. Y el secreto mejor guardado, la de Lacasitos, rellena de chocolate blanco con la cobertura de los propios Lacasitos triturada a modo de crujiente.
En definitiva, una sinfonía de elegantes sabores y sensaciones que a todos los presentes encantó de forma irremediable. Y todo ello, a pesar del auténtico diluvio que azotaba las calles de Valencia. Creoquete tiene además las mejores ventajas que la tecnología nos presta: servicio a domicilio vía teléfono y vía web, creoquete.com.