Sigue la tragedia y sólo han faltado dos días del nuevo año para que se reproduzca con toda crudeza, como para recordarnos que el problema sigue ahí. El pasado martes 2 de enero los agentes medioambientales de Requena-Utiel recibieron una llamada de un vecino de la pedanía requenense de Hortunas, que les alertaba de que un águila yacía muerta a escasos metros del pueblo bajo el apoyo de un tendido eléctrico.
Desgraciadamente, otra ave más de los cientos que los agentes recogen todos los años en su demarcación por ese mismo motivo. La sorpresa al llegar fue cuando comprobaron que el ave correspondía a una especie muy poco habitual por estos montes: un águila imperial ibérica (Aquila adalberti).
El águila imperial, especie endémica de la península Ibérica, representa uno de los principales iconos nacionales en materia de conservación de la naturaleza. Sus poblaciones fueron menguando en los últimos siglos debido, principalmente, a la persecución humana a la que fue sometida. De hecho, su presencia en la Comunitat Valenciana, donde actualmente no cría, está documentada hasta mediados del siglo XIX.
A día de hoy, y gracias a los esfuerzos en conservación que se están llevando desde diferentes comunidades autónomas, la especie está en franca expansión demográfica, y también geográfica, pues está retornando a provincias de donde fue exterminada hace ya mucho tiempo. No obstante, la alta mortalidad que presenta por electrocución en líneas de conducción eléctrica está frenando drásticamente su recuperación. Es una especie que utiliza los apoyos eléctricos como punto de descanso desde donde otea con comodidad su entorno; costumbre, que como ocurre en otras aves rapaces, le está costando muchas bajas cada año a nivel nacional.
El ejemplar encontrado en Requena, un pajizo, por el característico color ocre que presenta esta especie durante sus primeros años de vida, confirma varias ideas. En primer lugar, la presencia cada vez mayor de ejemplares inmaduros en dispersión en tierras del interior valenciano y en las que, se cree, podría no tardar en instalarse alguna pareja reproductora. En segundo lugar, la insuficiente adecuación de las infraestructuras de conducción eléctrica que se da actualmente en la Comunitat Valenciana, y en concreto en la Meseta de Requena-Utiel, donde, a pesar de haberse realizado algunas correcciones puntuales en los últimos años, no cesan de aparecer cadáveres de aves bajo las instalaciones no corregidas. Y, por último, que la peligrosidad de los tendidos no se ciñe únicamente a espacios naturales alejados de ámbitos urbanos, sino que, como aquí se ha podido ver, la utilización de estos apoyos por parte de las aves también se da con frecuencia junto a las mismas poblaciones.
La Societat Valenciana d’Ornitologia (SVO) exige la corrección de todos y cada uno de los tendidos eléctricos peligrosos que existen en la Comunitat Valenciana. Para ello considera estrictamente necesaria la aplicación de la Ley 26/2007 de Responsabilidad Medioambiental. Cabe decir que las empresas propietarias de las infraestructuras de conducción eléctrica no la quieren aplicar para prevenir los daños al medioambiente. Además, la SVO apela a la Sentencia 1215/2021 del Tribunal Supremo en la que se dice que la Administración de Industria debería velar por la prevención de daños ambientales y obligar a reparar las líneas cuando se detecten defectos por ausencia de medidas antielectrocución en las inspecciones trianuales obligatorias que certifican el estado en que se encuentran las instalaciones eléctricas; sentencia a la cual no se le está haciendo ni caso. La SVO apela también a la Ley 42/2007 del Patrimonio Natural y la Biodiversidad. En este sentido cabe decir que, a pesar de ser muertes previsibles y evitables, no se sanciona por causar la muerte a especies protegidas, ni se suele pedir al responsable que pague por el valor patrimonial de los ejemplares destruidos.
Sólo se quiere aplicar el R.D. 1432/2008, por el que se establecen medidas para la protección de la avifauna contra la colisión y la electrocución en líneas eléctricas de alta tensión, que pretende reducir la protección únicamente a ciertas zonas, y que dice, además, que las correcciones las pagará el Estado con fondos públicos. Hay que recordar que diferentes entidades conservacionistas, entre ellas la SVO, solicitaron hace años al Ministerio de Medio Ambiente la modificación de este real decreto, pero aún no se ha hecho. Y mientras tanto, es bochornoso comprobar cómo son los propietarios de los tendidos (empresas o particulares) quienes marcan el ritmo de corrección que les conviene, porque seguir electrocutando aves no les está acarreando (salvo excepción) sanciones administrativas ni penales.
Por otro lado, se desconoce si sigue en marcha por parte de la Generalitat Valenciana el Proyecto de Atracción del Águila Imperial a la Comunitat Valenciana cuyas primeras actuaciones se iniciaron en 2017. Proyecto que choca frontalmente con la problemática de mortalidad de los tendidos eléctricos en la Comunitat Valenciana. Desde luego antes que nada habría que actuar diligentemente en la necesidad de adecuar los tendidos eléctricos existentes en las áreas susceptibles de ocupación.
La Generalitat Valenciana tiene mucho que hacer en este sentido antes de lucir proyectos engañosos haciendo creer a la sociedad que se preocupa por las especies emblemáticas, cuando la realidad en estos últimos años ha sido otra. El 2024 acaba de empezar, y la sangría de muertes continúa. Esta vez ha sido un águila imperial. Cuál será la próxima…