Álvaro García Hernández, su autor, es profesor de Literatura y algo más en Lliria. Una actividad vocacional que lo mantiene en contacto permanente con jóvenes y adolescentes y sus entornos familiares. Conoce muy de cerca las aspiraciones y conflictos de sus alumnos, sus relaciones fuera del colegio y su concepción actual de familia, su soledad y otras formas de compañía. Cada verano, procura escribir algo dedicado al público juvenil que lo rodea. Es un impulsor entusiasta del programa RETO que pretende introducir en la infancia y adolescencia la educación emocional para fomentar la empatía entre los jóvenes y lo que les rodea.
El último verano, después de terminar, como cada año, su libro destinado a los más jóvenes, sintió la imperiosa necesidad de escribir algo para adultos y surgió esta novela. Es una llamada de atención, casi un grito que alerta de las consecuencias que para los adultos y para sus hijos tiene la siempre cruel desestructuración de la familia. Lo escribió sin detenerse, sin censura, rebasando todos los tabúes y límites de la cordura. Desde entonces no ha vuelto a escribir.
La entrevista
Pregunta: Cuando leí la primera frase me gustó. Dejé de pensar en otras cosas y seguí leyendo, y al acabar las dos páginas del primer capítulo, creí que ahí había acabado todo. Que estaba ante un libro de relatos breves. No fue hasta mucho más adelante cuando me di cuenta de que aquello tenía un hilo conductor oculto e inquietante.
García Hernández: No has sido el único. Cuando envié el libro para solicitar el registro de los derechos de autor como novela, me lo denegaron porque pensaban que era una colección de relatos. Tuve que insistir en que lo leyeran y enseguida me dieron la razón.
P: Tu protagonista tiene un comportamiento singular y atrevido, a medio camino entre la extravagancia y la locura, lo que despierta la simpatía del lector. Pero de repente descubrimos que sus acciones tienen un objetivo próximo al acoso contra su ex-mujer, cosa que a ti, no parece preocuparte a pesar de los tiempos que corre.
GH: El lector no tarda en reconocer que es la lucha desesperada de una víctima por recuperar su vida. Él no ejerce violencia, la sufre, la consiente sin más reproche que seguir persiguiendo lo que se le arrebató.
P: Otro de los tabúes a los que te enfrentas sin recato, es al de la drogadicción. Tu protagonista, que ya nos despierta simpatía y cariño, se toma una tableta de ansiolíticos y se hace una raya de droga cada vez que se pone un poco nervioso. Y no le pasa nada. Y eso nos desconcierta.
GH: Bueno, yo no soy médico y no sé si a la larga le pasará algo, pero sí sé que hemos pasado de la proscripción de las drogas a la prescripción de las mismas. Ahora, en una sociedad con graves problemas de ansiedad y conflictos, cada vez se recetan más drogas para mantener ”sanos” a los individuos que los sufren. Mi protagonista, simplemente, se auto-medica. ¿Cómo si no, se combate la tristeza, el dolor y la angustia de hechos inevitables? Medicalizando a la población en vez de combatir las causas.
P: Sin desvelar el desenlace, ¿Crees que nuestra sociedad tiene remedio?
GH: No puedo, ni debo pronunciarme sobre eso. Simplemente en mi novela, desarrollo el deseo de un mundo mejor en el que estar a salvo de un pasado que parece inexorable.
La obra
Título: Enero y tú desnuda.
Autor: Álvaro García Hernández.
Edita: Alianza editorial. Madrid 2019.
Género: Novela, 193 páginas.
Cuando empiezas a leer el texto, te sorprende y exige toda tu atención. Cada frase esconde una historia larga de la que sólo emerge una pequeña parte. Tienes muchas sugerencias para entablar debate pero no puedes pararte porque la cosa sigue y sigue con el mismo ritmo y desconcierto.
Como tabla de salvación, el libro te propone que el protagonista es un loco, pero luego, se esfuerza mucho en contradecirse y mostrar la lógica aplastante y simpática de su comportamiento.
Realmente, no sabría ordenar temporalmente los capítulos de lo que cuenta. ¿Qué pasó primero? ¿El fin justifica lo que hace, o realmente lo que hace es una consecuencia de algo que nos cuenta después?
La historia, enloquecida y simpática, de este divorciado, al que su madre llamó Enero porque no nació mujer a la que pensaba llamar Abril, es absolutamente entretenida y cautivadora. Hay desparpajo y atrevimiento lo que no evita un relato doloroso y, a veces, cruel.
Entremedio, reflexiones sorprendentes y propuestas disparatadas y tentadoras.
Como decía, cada frase es la punta del iceberg de una realidad insondable. Por eso, cada capítulo parece un relato inquietante en sí mismo.
Por eso, cuando empiezas a leer ya no puedes parar de pensar.